torreciudad con pueyoEn las últimas semanas, el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pueyo, ha sido objeto de duras críticas en ciertos medios eclesiásticos, donde se le ha calificado como "el trampantojo llorón". Pero esta polémica no gira solo en torno a su figura personal, sino que esconde un conflicto mucho más amplio: la lucha por el control del santuario de Torreciudad, una obra emblemática en la misión pastoral del Opus Dei.

Torreciudad, que fue construido bajo el impulso de San Josemaría Escrivá, ha sido gestionado por el Opus Dei durante décadas en virtud de un acuerdo con los anteriores obispos de Barbastro-Monzón. Este santuario ha sido un importante centro de devoción mariana y ha jugado un papel crucial en la vida espiritual de miles de fieles. Sin embargo, parece que existe una clara intención de modificar esta gestión, lo que ha generado tensiones importantes.

La gran incógnita es quién está detrás de esta decisión. Aunque no se ha hecho ninguna declaración oficial, todo apunta a que el impulso para este cambio proviene de los niveles más altos del Vaticano. Sin embargo, también es relevante el papel de figuras influyentes en la Universidad Gregoriana, como el canonista jesuita Gianfranco Ghirlanda, conocido por su postura contraria a que los laicos pertenezcan a una prelatura. Ghirlanda, que ha sido un crítico abierto de la estructura del Opus Dei, podría estar influyendo en las decisiones que se están tomando sobre la gestión de Torreciudad, en especial si su visión es compartida por ciertos sectores del Vaticano.

Desde que el Papa Francisco asumió el pontificado, ha habido un enfoque claro en reformar y centralizar ciertos aspectos de la Iglesia, lo que ha afectado a diversas instituciones. Aunque no está confirmado, es difícil no ver la sombra del Vaticano en el intento de modificar la gestión del santuario, especialmente si se considera la inclinación de Francisco por una mayor supervisión y control centralizado. La residencia de Santa Marta podría ser así el lugar desde donde se impulsa esta estrategia, mientras que la Universidad Gregoriana, con Ghirlanda a la cabeza, proporciona el respaldo teológico y jurídico necesario.

El acuerdo histórico entre el Opus Dei y los obispos de Barbastro-Monzón, que garantizaba la gestión de Torreciudad por la prelatura, parece estar siendo reconsiderado, lo que ha generado preocupación entre los fieles. No es solo una cuestión de quién controla el santuario, sino de una pugna más profunda sobre cómo debe estructurarse la Iglesia y cuál es el rol que deben tener instituciones como el Opus Dei en el contexto de las reformas actuales.

El obispo Ángel Pueyo, a pesar de ser el rostro visible de esta polémica, no parece ser el actor principal en este conflicto, sino un actor teledirigido desde Roma. Las decisiones de esta envergadura requieren de una planificación y una influencia mucho mayor, lo que sugiere que detrás de sus acciones podría haber intereses y directrices que se originan tanto en el Vaticano como en entornos académicos como la Universidad Gregoriana. La postura de Ghirlanda, contraria a la inclusión de laicos en una prelatura, resuena en este conflicto, ya que podría estar influyendo directamente en la forma en que se percibe la gestión del Opus Dei sobre Torreciudad.

En conclusión, el futuro de Torreciudad está en juego en medio de una batalla que involucra a múltiples actores. Mientras el Opus Dei lucha por mantener su control sobre el santuario, sectores dentro del Vaticano y figuras académicas como Ghirlanda parecen estar decididos a promover un cambio en la estructura de su gestión. Aunque el obispo Pueyo ha sido criticado duramente, es evidente que la verdadera pugna tiene raíces mucho más profundas, que se extienden hasta las altas esferas del Vaticano y la Universidad Gregoriana.

El desenlace de esta disputa podría tener implicaciones significativas para el Opus Dei y su papel dentro de la Iglesia, mientras que Torreciudad continúa siendo un símbolo del debate más amplio sobre la dirección que debe tomar la Iglesia en el siglo XXI.

Comentarios

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Salomé Gavilán
3 semanas hace
¿Qué está pasando aquí? Parece que los grandes jefes están intentando meter cuchara en el santuario de Torreciudad, que siempre ha sido gestionado por el Opus Dei, y eso a mí no me cuadra. ¿Por qué intentar cambiar lo que funciona? ¿Por qué meter las narices en todo? ¿No sería mejor estar centrados en mantener la enseñanza de la Iglesia en lugar de perjudicar a los que lo hacen bien? Me da la impresión de que hay quien tiene demasiado tiempo libre. O peor aún, que están intentando desdibujar la doctrina católica bajo la bandera de la "reforma". El Papa Francisco y su séquito deberían dejar de jugar a ser revolucionarios y respetar la tradición y la fe auténtica. ¡Vamos, hombre!
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Lorenzo Carrasco
4 semanas hace
Estoy harto de estos 'modernizadores' que se creen con el derecho de cambiar la Iglesia a su antojo. Torreciudad es un santuario de devoción mariana y gestión Opus Dei, siempre ha sido así. ¿Por qué cambiarlo ahora? ¿Porque a ciertos jerarcas no les gusta? Esta gente se olvida que la Iglesia no es una democracia, y ciertamente no es su juguete personal para experimentar. Si el Opus Dei ha gestionado bien el santuario durante décadas, deberíamos dejar las cosas como están. ¿Por qué arreglar algo que no está roto? Si quieren cambiar algo, deberían empezar por ellos mismos y su mentalidad 'progresista'.
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Ezequiel Rojas
4 semanas hace
Esto me da rabia, ¿por qué no pueden dejar las cosas como están? El Opus Dei ha llevado Torreciudad con respeto y devoción durante años, y ahora vienen desde arriba a mover los hilos para cambiarlo todo. Y ni hablar de Ghirlanda, ese jesuita que parece tener algo contra los laicos en una prelatura. ¿Dónde quedó el respeto a la tradición y a la doctrina que ha mantenido a la Iglesia durante siglos? No entiendo por qué siempre tienen que estar buscando cambios, como si fueran la última Coca-Cola del desierto.
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Paloma Rivas
1 mes hace
Se le ve el plumero al obispo Pueyo, pero vamos, que esto tiene pinta de venir de más arriba. Están empeñados en cambiarlo todo, hasta la forma en que se gestiona Torreciudad, un santuario que funcionaba perfectamente bajo la batuta del Opus Dei. Y todo esto, ¿para qué? ¿Para centralizar más el control? ¿Para quitar poder a los laicos en la prelatura? Pues vaya gracia. Nos venden reformas como si fueran avances, pero solo son intentos de controlar y limitar a quienes no les bailan el agua. ¡Qué pena que no respeten los acuerdos y la tradición!
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Diana Ojeda
1 mes hace
Vaya, vaya, parece que la Iglesia se ha convertido en un ring de lucha libre. ¿Desde cuándo los acuerdos y la doctrina no tienen ya valor? Torreciudad es un faro de devoción mariana, y ahora resulta que quieren quitarle al Opus Dei la gestión, ¡como si fuera un juego de niños! Y me da que el obispo Pueyo es solo el muñeco del ventrílocuo, con los hilos movidos desde arriba. No me extrañaría que el Vaticano y esos sabiondos de la Universidad Gregoriana estén detrás de todo. ¿Y qué hay del papel del Opus Dei en la Iglesia? ¿Ahora resulta que nos van a decir cómo debemos organizarnos? Chico, a mí me huele a chamusquina todo esto. ¡Si San Josemaría levantara la cabeza!
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Héctor Ruiz
1 mes hace
Vaya lío con el obispo Pueyo y el santuario de Torreciudad, ¿eh? Parece que en lugar de centrarse en la fe y la doctrina, algunos prefieren meterse en disputas por el control. No entiendo cómo pueden querer cambiar una gestión que ha funcionado durante décadas. ¿No era el Opus Dei quien lo llevaba? Y ahora resulta que hay gente que quiere meter mano. Parece que hay de todo, desde jesuitas como Ghirlanda hasta el propio Vaticano. ¿Y qué pasa con la tradición y el respeto a las decisiones pasadas? ¿Es que ahora todo se puede cambiar a golpe de capricho? Me preocupa que se olviden de lo realmente importante, nuestra fe y la doctrina, y se centren en luchas de poder. Siempre la misma historia... ¡Qué desazón!
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Joaquín Barbero
1 mes hace
¿En qué momento se nos olvidó que la Iglesia no es un negocio para que cada nuevo gerente le meta mano como si nada? El santuario de Torreciudad no es un juguete para que venga el obispo Pueyo o quién sabe quién desde el Vaticano a cambiarle las reglas del juego. Hablamos de un sitio sagrado, construido y gestionado por el Opus Dei bajo el impulso de San Josemaría Escrivá. Esto no es un juego de poderes, es una cuestión de fe y respeto a la tradición. Si quieren reformar, que reformen su actitud y dejen de meterse donde no les llaman. Que se pongan a hacer lo que realmente importa, como guiar a la grey en vez de jugar a los tronos eclesiásticos.
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Victoria Sosa
1 mes hace
En serio, ¿qué se cree este obispo Pueyo y los demás que quieren cambiar cómo se gestiona el santuario de Torreciudad? Lleva décadas bajo la responsabilidad del Opus Dei y ha sido un faro de devoción mariana para miles de fieles. ¿Y ahora resulta que quieren cambiarlo todo? ¿Por qué? ¿Porque a algunos en el Vaticano o a algún jesuita de la Universidad Gregoriana les parece que el Opus Dei tiene demasiado poder? ¡Venga ya! La Iglesia no es un campo de batalla para ajustes de cuentas ni un tablero de ajedrez para maniobras políticas. Si algo funciona y ayuda a los fieles a vivir su fe, ¿por qué meter las manos y revolverlo todo? ¡Respeto a la tradición, por favor!
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Amparo Serrano
1 mes hace
Me hervía la sangre al leer sobre lo que está sucediendo en Torreciudad. ¿Por qué no pueden dejar las cosas como están? Este obispo Pueyo, más que un pastor, parece un marioneta del Vaticano y la Universidad Gregoriana, haciendo el trabajo sucio para ellos. ¿Y este Ghirlanda, quién se cree para meterse en los asuntos del Opus Dei? Parece que algunos se han olvidado de que la Iglesia no es una empresa que se puede reformar a gusto y antojo de algunos. Este tipo de jugadas políticas no tienen nada que ver con la fe y la devoción. ¡Es una falta de respeto a San Josemaría y a todos los fieles que han encontrado en Torreciudad un lugar de paz y recogimiento!
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Antonia Vera
1 mes hace
Este culebrón de Torreciudad me tiene hasta el gorro. El obispo Pueyo, con sus lloros y trampantojos, está haciendo el paripé para el Vaticano. La Iglesia siempre ha tenido sus reglas y parece que ahora les da por cambiarlas a su antojo. ¿Quién se creen que son para meter mano en lo que lleva funcionando años? El Opus Dei ha llevado de lujo el santuario y ahora parece que quieren hacer un cambalache sin sentido. Y todo parece venir de arriba, del Vaticano, con el Papa Francisco y sus reformas, y de la Universidad Gregoriana, con el jesuita Ghirlanda y sus ganas de meter cizaña. Qué desfachatez, de verdad. ¿Por qué no dejan las cosas como están y se centran en lo que realmente importa? Que cada uno se ocupe de lo suyo y deje de meter las narices donde no le llaman.
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