En Madrid, durante la celebración de la fiesta de san Isidro, Alberto Fernández, delegado para la Causa de los Santos, destacó la relevancia de san Isidro como un modelo de santidad cotidiana, enfatizando su impacto en la vida familiar, el amor a Dios y a los pobres, y el trabajo bien hecho.
Alberto Fernández resaltó que la devoción a san Isidro comenzó poco después de su muerte y se ha extendido a nivel internacional, alcanzando países como Argentina, Paraguay y Filipinas. Según Fernández, esta expansión es un reflejo del "sensus fidei" del Pueblo de Dios y muestra la atención que el Papa León XIV desea prestar a estas expresiones de fe.
La veneración a san Isidro se intensificó cuando, cuarenta años tras su fallecimiento, sus restos fueron trasladados al templo de San Andrés, su parroquia. Este evento marcó el comienzo de una devoción que se propagó por toda España, y hoy es común encontrar imágenes y capillas dedicadas a él en áreas rurales.
Fernández subraya que san Isidro es un ejemplo contemporáneo de santidad accesible, un ideal que, según él, Dios ha soñado siempre para la humanidad. Afirmó que alcanzar la santidad, como la que vivieron san Isidro y su esposa, santa María de la Cabeza, es posible para todos, siendo una obra que Dios realiza en la vida de cada persona.
La devoción a san Isidro no solo se mantiene fuerte en Madrid, sino que también tiene presencia global, especialmente en lugares como Argentina, Paraguay y Filipinas. La fiesta de san Isidro demuestra cómo la santidad puede ser parte de la vida cotidiana y es un claro testimonio de la piedad popular, aspecto que el Papa León XIV valora profundamente.
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